Patrimoni abandonat, patrimoni reutilitzat: ‘MARCO de Vigo, una prisión panóptica convertida en centro de arte’, per Marta Viana Tomé

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El MARCO, Museo de Arte Contemporánea de Vigo, está situado en plena zona comercial de la ciudad, en la céntrica y peatonal calle del Príncipe, y ocupa el espacio de lo que fue la antigua sede de la cárcel y juzgados de Vigo (1880), un lugar muy ligado a la memoria colectiva y que constituye uno de los principales atractivos del centro.

La idea primigenia de crear un museo de arte contemporáneo en Vigo se planteó en 1994. Desde entonces hasta 2002, año de inauguración del MARCO, pasaron varios años durante los que se realizó y ejecutó el proyecto de rehabilitación y reconstrucción del antiguo edifico de los juzgados y cárcel de Vigo (1995), a cargo del equipo de arquitectos formado por Manuel Portolés Sanjuán, Francisco Javier García-Quijada Romero y Salvador Fraga Rivas.

El nuevo proyecto arquitectónico respetó en todo momento la tipología original del antiguo edificio, que se correspondía con el concepto de “panóptico” desarrollado por el filósofo británico Jeremy Bentham (1748-1832). Así, se mantuvo su esquema radial, restituyendo el panóptico central en su trazado cilíndrico y desplazando la entrada a las salas de exposición desde la fachada del edificio a su centro. Desde este se percibe la estructura del inmueble, constituido por tres galerías y cuatro patios que parten del núcleo central, todos ellos rodeados por salas perimetrales. También se prestó especial atención a la integración del edificio en el contexto urbano, dotándolo de un paseo peatonal, con escalinata, que lo comunica con las calles posteriores y con su entorno.

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Así pues, el edificio que hoy acoge el MARCO tiene una importante historia, no solo por su especial tipología, sino por ocupar un espacio tan ligado a la memoria histórica de la ciudadanía. Aunque su acrónimo lo define como Museo, el MARCO no tiene colección permanente y funciona como centro de arte dinámico y participativo cuyo eje de programación son las exposiciones temporales.

Precisamente el pasado del edificio y su nuevo uso como centro de arte fue el punto de partida de una de las exposiciones inaugurales, ‘CARDINALES’ (noviembre 2002-febrero 2003). En ella se incluían, junto a obras de artistas contemporáneos relacionadas con las ideas de reclusión, vigilancia y control, los diseños originales de Jeremy Bentham sobre el panóptico radial, que viajaron de Londres a Vigo para ser mostrados al público. La muestra se inspiraba en este modelo arquitectónico, en su significado y sus implicaciones históricas, celebrando a la vez la transformación del inmueble y la noción de centro de arte contemporáneo como lugar de libertad, intercambio de experiencias, conocimiento y disfrute.

Unos meses antes, las jornadas de puertas abiertas tituladas “El hilo de Ariadna”, que incluían un recorrido por todo el edificio, mostraban en continuidad en el salón de actos el magnífico reportaje del fotógrafo Manuel G. Vicente sobre el estado del inmueble antes de la remodelación, con imágenes tomadas en noviembre de 1999.

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Hoy en día, en noviembre de 2015, el MARCO acaba de cumplir 13 años y a lo largo de este tiempo han sido numerosos los artistas participantes en las exposiciones que han tomado como punto de partida la historia del edificio y su nuevo uso para llevar a cabo propuestas site-specific.

Un ejemplo sería la instalación de Tania Bruguera en la muestra ‘7+1 PROJECT ROOMS’, titulada Trabajo socialmente útil (2008), en la que reproducía esquemáticamente el aspecto original de una de las galerías de la planta baja, con celdas situadas a ambos lados de un corredor, cada una de ellas dedicada a un preso político. En un juego metafórico sobre luz y oscuridad, un invidente vestido con el uniforme de funcionario de prisiones servía de guía a cada visitante, conduciéndole a una de las celdas en la que permanecía encerrado la misma cantidad de minutos que años estuvo en prisión el preso correspondiente. Un experimento sobre la idea de visibilidad, con claras implicaciones políticas, que establecía una relación directa entre la no-visión de los guías ciegos y la propia experiencia del espectador.

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Otra pieza en relación directa con la historia y memoria del edificio del MARCO fue la propuesta de la artista alemana Maria Eichhorn para la exposición ‘EL MEDIO ES EL MUSEO’, titulada Carta (2008), vinculada con el interés de la artista por cuestionar y analizar los contextos en los que la obra de arte tiene lugar y se legitima. En una de las salas de la planta baja se exhibía —escrita por ambas caras— una carta escrita por José Domínguez González a su pareja el 8 de febrero de 1937 desde la cárcel de Vigo (el MARCO), momentos antes de ser ejecutado. Partiendo de este documento, la intención de Eichhorn era recuperar una parte de la memoria del edificio, pero también de la ciudad de Vigo. La exhibición de la carta en las salas de exposición se completó con la publicación de la carta en prensa el 4 de julio de 2008, junto con el anuncio de la celebración de una mesa redonda en torno a esta pieza, el mismo día, en el salón de actos del MARCO.

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Sirvan estos ejemplos como mención de las numerosas obras y proyectos que en estos años han puesto en relación, de forma más o menos explícita, alusiva o simbólica, la historia del edificio del MARCO, su transformación y su nueva función como centro de arte contemporáneo. Junto a las exposiciones temporales, también el programa educativo, las actividades de divulgación, publicaciones y la propia mediación con los visitantes en salas ofrecen múltiples oportunidades para rescatar la memoria de un edificio y todo lo que ello significa, para futuras generaciones.

 

Marta Viana Tomé
Responsable de Comunicación y Didáctica
MARCO, Museo de Arte Contemporánea de Vigo

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